El  pasado sábado 29 por la noche, cuando patrullas de ciudanos de Luxor, armadas  con palos, salían a la calle a defender el patrimonio artístico de la ciudad  egipcia, el equipo del arqueólogo español José Manuel Galán decidió hacer las  maletas. Este año, el grupo, del Consejo Superior de Investigaciones Científica  (CSIC), había llegado a primeros de enero con ilusión renovada: cumplían 10 años de excavación en la tumba  de Djehuty, un alto funcionario de la reina Hatshepsut, hace  3.500 años, y en la de su colega Hery, muerto unos 50 años antes. Ante la  inseguridad generada por el levantamiento popular, optaron por adelantar sus  vuelta casi a mitad de la campaña.
      Galán,  que ya está en Madrid, reconoce que Luxor ha sido esta semana "como una  burbuja" de tranquilidad. "Sólo el sábado hubo tensión, y se quemaron  dos comisarías, pero el resto del tiempo no ha habido follones. Unos  descontrolados intentaron entrar en el Templo de Karnak y fueron frenados",  afirma el arqueólogo.
   Como  su equipo, otros belgas, suizos y algunos norteamericanos también han echado el  cierre, aunque otros continúan excavando, al margen de lo que se cuece a su  alrededor. "Nosotros lo hablamos y decidimos volver porque es una responsabilidad cuando  se tiene gente a tu cargo, algunos estudiantes. ¿Y si se cierra el espacio  aéreo? Los trabajadores egipcios querían que nos quedáramos, porque viven de  las excavaciones, y para nosotros ha sido duro renunciar", reconocía  Galán.
      No  es difícil imaginarlo. Tras 15 días de limpieza del yacimiento, ahora empezaba  "lo bueno. Habían llegado a la parte con más potencial", que tendrá  que esperar al año que viene. "Al menos entraremos directamente", se  consuelan los investigadores, que tan solo puedieron asomar la nariz a un pozo  funerario a la entrada de la Tumba de Hery, que acababan de limpiar de  escombros.
  
    
Un esfuerzo de inversión
  
  Organizar  una campaña para casi 20 personas de España, más 80 egipcios, supone 70.000 euros de inversión,  así que el CSIC no puede plantearse volver este año si el ambiente político se  tranquiliza, algo que tampoco sucede.
      A  falta de sorpresas arqueológicas, los arqueólogos han vuelto con la sensación  de que los egipcios van a cortar el paso a los vándalos: "Fue increíble la masa humana que protegió el Museo Nacional de El Cairo y las tumbas del Valle de los Reyes.  Era el pueblo en defensa de su patrimonio", relataba el investigador aún  desde el aeropuerto de Luxor.
      Del  país del Nilo, se trajo en la retina las imágenes de las momias descabezadas y  los objetos de la tumba de Tutankamón destrozados en el Museo el pasado viernes  28; y también el saqueo del museo de Saqqara o el ataque al depósito de piezas  antiguas del Museo de Qantara, en Ismailia, cerca de Suez.
      A  la arqueóloga sevillana Myriam Seco, directora del proyecto hispano-egipcio en  el templo de Tutmosis III, también en Luxor, la revolución le ha pillado en El  Cairo, donde vive, cuando estaba a punto de irse al sur para excavar con un  equipo alemán en la tumba de Amenofis III.
  
    
Todo esto puede paralizar la arqueología
  
  Myriam  terminó los trabajos con su propio equipo en diciembre. "La gente reclama  cambios, y esperemos que sean pacíficos. Todo esto puede paralizar la  arqueología, de la que vive aquí mucha gente, lo mismo que pasa con el  turismo". Estas declaraciones las hacía Myriam tan sólo horas antes de que  las calles cariotas se convirtieran en campo de batalla, y de nuevo el Museo  Nacional se viera amenazado por cócteles molotov lanzados por los vándalos.
      Desde  España, los responsables de otros dos de los cuatro grandes proyectos españoles  en Egipto se mantienen a la espera. Una de ellas es Carmen Pérez Die, directora  de las excavaciones en Heracleópolis Magna desde 1984, que tenía pensado salir  el sábado 29 para El Cairo. De momento, ha aplazado el viaje a marzo.
      Desde  su despacho, en el Museo Arqueológico Nacional, la desazón mantiene inquieta a  Pérez Die. "Es muy doloroso pensar que unos  cuantos pueden dañar monumentos que son de toda la Humanidad.  Nuestro almacén está en el oasis de El Fayum, no lejos de la cárcel de donde  han salido todos los delicuentes. Estamos muy preocupados por lo que pueda  pasar".
      Por  lo pronto, ya se ha comunicado con los colegas de los principales museos del  mundo para estar alerta sobre una posible venta de piezas robadas en los  próximo meses.
    Quizás  el menos sorprendido por lo que acaede en el país del Nilo sea Francisco Martín  Valentín, del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. En 2009, comenzó a  excavar la tumba del visir Huy, en Luxor, de donde volvió en diciembre.  "Ya entonces había subido hasta un 40% la comida, nos olíamos que algo iba  a pasar. Nuestro yacimiento, que es de 1.000 metros cuadrados, nos dicen que  está como lo dejamos".
      Si  otros colegas no se aventuran a hacer pronósticos, Martín Valentín es menos  comedido: "Estoy convencido de que la máquina no se parará; los monumentos  son prioritarios para los egipcios", asegura.
      La  sorpresa, en su caso, ha sido que Hosni Mubarak nombrara en su nuevo gobierno,  al máximo responsable de las Antigüedades egipcias, Zahi Hawass, como Ministro.  Hasta ahora, ni una piedra se ha movido en Egipto sin el consentimiento de un  personaje que ha dado la vuelta en mundo para recuperar piezas expoliadas por los  colonizadores. "Hawass llevaba años queriendo un ministerio, y se lo dan  en el peor momento. Aún así, es una figura con entidad propia, que ha hecho una  gran labor en defensa del patrimonio", apunta el egiptólogo.
      En  el fondo, el temor último es que en el tumultuoso Egipto de estos días triunfen  los radicales islamistas. "Entonces sí que cambiará el panorama. A ellos  la arqueología no les interesa nada. No hay más que recordar lo que pasó en  Bamiyán [Afganistán, 2001]", cuando los talibanes derribaron los budas. Un  recuerdo aciago el de Martín Valentín.